La valeriana, (deriva del latín, valere, que significa estar saludable) es una planta que ha sido utilizada por sus propiedades medicinales desde la época de los griegos y los romanos; Dioscórides (siglo I d.C.) le atribuye ya propiedades sedantes. Su uso para tratar problemas nerviosos y del sueño comienza a finales del siglo XVI y queda totalmente establecido en el siglo XVIII. Su nombre científico es Valeriana officinalis L. (Valerianaceae), y es conocida vulgarmente como hierba de los gatos. Es una planta herbácea, vivaz, con un tallo erecto y hueco que llega a alcanzar los dos metros de altura y tiene flores pequeñas que están agrupadas en inflorescencias, de color blanco o rosado, muy vistosas. Se distribuye por zonas templadas euroasiáticas donde crece en bosques húmedos, cunetas y cursos de agua y se cultiva con fines medicinales en Bélgica, Inglaterra, este de Europa, Francia, Alemania, Holanda, Rusia y Estados Unidos. Según la Real Farmacopea Española, la parte utilizada con fines medicinales está constituida por “los órganos subterráneos enteros de Valeriana officinalis L., incluyendo el rizoma acompañado por las raíces y los estolones, o bien, por fragmentos de estos órganos”.
La composición química de la raíz de valeriana es muy variable, dependiendo de la subespecie, edad de la planta, condiciones de crecimiento, época de recolección, etc., y contiene aceite esencial (0,2 – 2,8%) que está constituido por monoterpenos (ésteres de bornilo, canfeno y pinenos) y sesquiterpenos (valerenal, valeranona). Tiene otros sesquiterpenos no volátiles (ácido valerénico y derivados) cuyo contenido oscila entre el 0,2–0,7%. Los iridoides de la valeriana (0,8–1,7%) reciben el nombre de valepotriatos, siendo los mayoritarios, el valtrato y el isovaltrato. También contiene GABA, glutamina y arginina en concentración apreciable.
Actualmente se admite para la raíz de valeriana una actividad sedante e inductora del sueño (hipnótica). También se ha demostrado una acción espasmolítica, por actuación directa sobre el músculo liso y sobre centros del sistema nervioso central, y acción anticonvulsivante.
Desde 1982 se vienen realizando ensayos clínicos con la raíz de valeriana para evaluar su eficacia en el hombre, en relación a su actividad sedante e inductora del sueño. Podemos decir que los resultados obtenidos hasta el momento son altamente satisfactorios.
En varios ensayos realizados a doble ciego y controlados por placebo, se demuestra una mejora estadísticamente significativa con respecto al placebo, del tiempo de inducción (conciliación) del sueño así como de la calidad del mismo, siendo estos efectos más notables en personas con problemas de insomnio que en aquellas que no los padecían; a pesar de ello también se observaron efectos en individuos con sueño normal.
Schulz y otros investigadores han confirmado el incremento del sueño con ondas lentas en pacientes con problemas de sueño, y tratados con extracto de valeriana durante 14 días. El sueño con ondas lentas o sueño profundo corresponde a las etapas 3 y 4 del sueño no-REM (sin movimientos oculares rápidos) y se concentra en la primera parte de la noche, teniendo una gran importancia en adultos jóvenes normales, en los que supone un 20% del tiempo de sueño total; sin embargo, va disminuyendo gradualmente con la edad y en los ancianos llega a ser muy escaso o incluso puede desaparecer. El valor reparador del sueño se atribuye a este tipo con ondas lentas y la reducción del mismo puede originar deterioro mental y de las actividades físicas, problemas psicológicos, desórdenes afectivos y alteración de la inmunidad. De aquí se desprende la importancia de la actuación de la raíz de valeriana sobre el sueño con ondas lentas y su capacidad como hipnótico.
En otros estudios se ha procedido a la evaluación tanto de la capacidad de sedación de la valeriana como de su actuación sobre las funciones psicomotoras, comprobándose la mejoría en la calidad del sueño, en personas que padecen insomnio, a través del aumento de la cantidad de ondas lentas o sueño profundo, y ello sin deterioro, tras una administración única, de las funciones psicomotora y cognitiva. En cuanto al estado de alerta, se encuentra ligeramente afectado en las dos horas posteriores a su administración, sin alteración en la mañana siguiente al tratamiento, a diferencia de las benzodiacepinas (diazepam, lorazepam, etc).
En otro estudio se sugiere que la valeriana puede tener efectos beneficiosos en situaciones de estrés debido a su capacidad para reducir la reactividad fisiológica (medida mediante presión sanguínea y frecuencia cardíaca). Estos resultados, junto a los que muestran la falta de actuación sobre la función cognitiva, hacen que la valeriana pueda ser considerada como una alternativa a las benzodiacepinas para mitigar los efectos relacionados con dichas situaciones de estrés.
Como resumen de los estudios clínicos realizados hasta el momento, podemos considerar a la raíz de valeriana como un remedio adecuado para el tratamiento del insomnio medio o moderado, debiendo ser administrada preferiblemente durante periodos de 2 a 4 semanas.
Según la monografía de la OMS, la raíz de valeriana está indicada como sedante suave en casos de irritabilidad y excitabilidad nerviosa, acompañadas de alteraciones del sueño. Puede utilizarse como alternativa o posible sustituto de sedantes sintéticos como las benzodiacepinas.